Los clásicos dolores de cabeza y estomacales, cansancio constante y prolongado., pérdida de memoria, debilidad o falta de energía y concentración, cambios en la conducta, pérdida de peso, insomnio o incluso problemas sexuales. Si el estrés se prolonga en el tiempo puede llegar a ocasionar también problemas cardiovasculares y por supuesto serios problemas de salud mental como son la ansiedad o la depresión.
Estas últimas requieren una atención muy especial y profesional ya que si no se gestiona correctamente el trauma o situación desencadenante del estrés se puede cronificar y esta cronificación de la experiencia termina en trastorno por estrés postraumático, un tipo de trastorno que empeora y aumenta degenerando en otro trastorno terrible, la depresión.
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